Peritajes & Peritos

Que el informe pericial cumpla su objetivo de probar la tesis del cliente es lo que se espera de él, pero además, el proceso más o menos complejo que implica la confección del mismo produce efectos que van más allá de la entrega y defensa de un documento que emplearan unos y otros, según los intereses que les muevan o las evidencias de que dispongan.

Sin ir más lejos, el caso Bretón nos ha dado muestras del juego, sobre todo a nivel mediático, que puede dar un informe pericial. Muy pocos casos han recibido tanta atención de los medios de comunicación. Y entre los enfocados, aparte del encausado, ha estado la perito de la Policía que hizo el primer informe.

Dejando de lado la tragedia y el sinsentido que implica que un padre queme a sus propios hijos en una hoguera hecha en su finca y la necesidad consecuente que cualquier persona siente de exigir justicia con perentoriedad, el revuelo formado con el informe y la actuación de la perito ha ido más allá de su papel como tal.

Este caso ha mostrado públicamente un error que se comete con frecuencia: hacer equivalente una acción con la personalidad de la persona que la ha llevado a cabo. Nunca he visto tantos juicios de valor sobre una persona a raíz de un trabajo. La intervención de otro acreditado perito que se ofreció desinteresadamente a la madre de los niños desaparecidos reavivó el debate y el juicio popular contra la perito. Cuando lo normal es que una persona se equivoque, este error, en este caso, no se ha perdonado, aunque dicho error no sea la causa que haya impedido la devolución de la vida a los niños que fueron quemados.

El traer a colación este caso reciente tiene la finalidad de mostrar cómo la intervención del perito puede exceder el de la instrucción y defensa del caso. En esta ocasión, dicho informe ha afectado profundamente a la madre de los niños, sus familiares, amigos, conocidos y, en general, a toda la población, además de haber embrollado el juicio.

En otro ámbito, en el que solemos actuar, el psicológico, como también en muchos otros, la fase de recopilación de información en el peritaje no puede independizarse de la remoción de sentimientos, recuerdos, afectos, sintomatología, frustraciones y muchas otras emociones del cliente que siempre agradece una escucha empática y unas recomendaciones para que el pasado ya no siga siendo el rector de su vida, sino que, a pesar de todo el daño recibido, lo que debe importar es el futuro pero, sobre todo, el aquí y el ahora, y este ahora necesitará de mucha elaboración para que el agravio sufrido deje de alimentar el resentimiento y la ira.

El informe no siempre confirmará las expectativas del cliente. Tuvimos un caso de un ejecutivo muy cualificado que nos pidió, como un acto de fe, que creyéramos que había sufrido acoso, cuando en realidad, la evidencia mostraba que no era ello, sino un acusado desgaste profesional o burn out lo que le estaba afectando. Leer las conclusiones de este informe supuso para nuestro cliente la reactivación de su carácter irascible, pero también su capacidad de aceptarlo y reconducirse. Con el tiempo nos enteramos, a través de su abogado, que lo había superado, que había llegado a un acuerdo ventajoso con su antigua empresa y que ahora se encontraba feliz trabajando para la competencia.

Un perito, entendemos, no debe temer provocar el rechazo de sus clientes o futuros clientes. Uno de nuestros encargos como psicólogos de empresa consistió en "probar" la incompetencia de un alto responsable para poder despedirlo. Sin embargo, lo que descubrimos fue un problema de celos entre uno de los propietarios de una gran empresa familiar y dicho ejecutivo y que éste había sido ascendido a un puesto para el que carecía de preparación técnica. El responsable de RRHH se había implicado y alineado con la dirección de tal manera, que no sólo no admitió nuestras conclusiones, sino que nos amenazó con desprestigiarnos mientras que, curiosamente, los propietarios admitieron elegantemente nuestras conclusiones y propuestas (no mencionamos, evidentemente, los celos). Nos interesamos, a través de un conocido común ajeno a la empresa, por el destino del ejecutivo al que evaluamos y se nos informó de que años después todavía continuaba allí.

Por eso, creemos que el perito tiene un compromiso y éste no debiera ser sólo con el cliente, sino también consigo mismo, con sus principios y con la información de la que dispone, aunque puede pasar, igual que en el caso Bretón, que aquél se vea obligado a rectificar cuando la evidencia así lo aconseje.

Por ello, pensamos que es una medida inteligente, honesta e higiénica, no cerrarse en banda a las propias conclusiones y no querer demostrar a toda costa lo indemostrable. Creemos que la labor de un perito difiere de la del abogado: el abogado se compromete a defender a su cliente a toda costa mientras el compromiso del perito es probar lo que puede probar. Si hay algo que no es demostrable, habría que admitirlo, aunque para el cliente esto no sea una buena noticia y exista el riesgo de que éste prescinda de sus servicios.

Pepe García Romero y Daya H. Rolsma Tehusijarana - Psicólogos y Técnicos Superiores PRL

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