Peritajes & Peritos

¿Cuántos Peritos nos hemos visto, en la siempre difícil encrucijada de encontrarnos, con clientes conflictivos que se empecinan en quererles solucionar su problemática como si de “Magos” tratásemos?

Los Peritos ni tenemos la varita mágica ni tenemos LA solución. Ojalá, ya que de ser así, no trabajaríamos de Peritos y nos dedicaríamos a emponzoñar mágicamente el boleto de la lotería para que pudiéramos ganar, semana tras semana, el Premio Gordo del sorteo de Lotería Nacional y vivir “a la sopa boba” con ello.

Pueden ser muchas situaciones que nos pudiéramos encontrar dicha situación pero las principales son 2:

    -O bien, porque se instaura en el cliente una expectación confiable en el Perito (cosa positiva para el desempeño de nuestra profesión) pero que supone, no obstante, un sesgo ilusorio y totalmente desviado.

    -O bien porque el cliente, magnifica ese sesgo desde un punto de vista ya patológico y “exige” del Perito que se dedique en “cuerpo y alma” a su caso.

Pues bien, en el primero de los casos, —y siempre en función de las habilidades sociales del Perito—, se puede sortear el que se rechace el caso, basándonos en el buen entente y la comprensión de quien nos deposita la confianza de su caso.

El peor de los casos, es el cliente que “exige” del Perito que se encargue de su asunto. Esta situación viene definida porque por el hecho de porque “haya cruzado la puerta de nuestro despacho”, significa —para el cliente— que el Perito ha de responsabilizarse de su tema (sí o sí). Craso error, ya que el Perito como cualquier otro tipo de profesional, puede decidir el asumir el caso (o no) en función de su viabilidad y de sus capacidades de sentido lógico de actuación y de su propia metodología de trabajo. Como profesional de la salud mental al que me dedico, este tipo de perfil suele coincidir (encajar o compatibilizarse) con el de un paranoide quien se considera plenamente legitimado y con pleno uso de derecho que se le atienda con todas las garantías (pedagógicamente para ilustrar el tema: al estilo de Michael Douglas en la película “Un día de furia” del año 1993; y que muchos —de mi generación—, aún tenemos impregnadas en nuestras retinas, la escena del protagonista que se quejaba de su hamburguesa en un restaurante de comida rápida).

En ocasiones, este tipo de perfil viene definido por sus propios rasgos (paranoides) de personalidad de base; en otras ocasiones, derivadas de previas frustraciones y que el sujeto implicado —con bajo sentido de autocrítica— no sabe cómo canalizar dicho desengaño, generalizándola patológicamente sobre los demás como de un ventilador (en sentido metafórico) se tratara, esparciendo sin control y viciosamente sus propias desgracias.

En este sentido, y en mi humilde opinión, todo profesional que se dedique a la peritación en el ámbito judicial, debe preservar y garantizar su profesionalidad y su buen hacer ante perfiles paranoides agresivos, malignos y/o perversos. Con este tipo de perfil, se ha de ser muy cauto y precavido ya que puedan llegar a alcanzar el propio daño profesional del Perito al que encargue su asunto, e incluso al Letrado que le dirija jurídicamente su tema.

Como muy bien decía un Catedrático amigo mío, al que no hace falta mencionar su nombre pero que, sin duda creo que, si lee estas líneas se sentirá identificado: “En ocasiones, no hay peor enemigo del profesional que el mismo y propio cliente”.

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Dr. Bernat-N. Tiffon.

Psicologo Forense (privado) y Psicologo General Sanitario (PGS Habilitado)

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Foto: Michael Douglas en “Un día de Furia” (1993) de Joel Schumacher

Fuente: Dr. Bernat-N. Tiffon

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