Peritajes & Peritos

Estos días, un antropólogo contratado a título particular por la familia de los dos niños desaparecidos, ha culminado su informe pericial con tanto éxito que ha dado un importante giro en la investigación de un crimen que llevaba camino del archivo de los aparentemente irresolubles, el denominado “Caso Bretón”.

Es más, la actuación del perito, ha podido remediar un error técnico-humano, al parecer del Laboratorio de la Policía Judicial, error que ha sumido en la oscuridad a la Justicia Penal durante muchos meses y en la perplejidad a los ciudadanos que han ido siguiendo los avatares de este proceso criminal.

 No tengo la menor intención de criticar la actuación de los investigadores policiales ni científicos que han actuado con los medios normalmente escasos de que disponen cumpliendo con su deber, como estamentos que dependen de sus respectivos ministerios y que siempre actúan de oficio, incitados o requeridos por los juzgados de instrucción. No es el asunto de este artículo, Ni siquiera lo es la constatación de quién ha acertado y quien no. Todos nos equivocamos alguna vez.

 Lo que quiero sugerir es que los jueces deberían reflexionar sobre este suceso. Hay algunos magistrados y magistradas que miran con reticencia y sospechas a los peritos que designamos los abogados de las partes en los procesos.

En ocasiones, estos jueces manifiestan o piensan que solo los peritos oficiales son objetivos, competentes y honestos a carta cabal y a veces trasladan esta convicción a sus resoluciones, autos y sentencias. Tras lo ocurrido en el “Caso Bretón” estos jueces deberían interiorizar que no se trata de si los peritos son funcionarios, o son designados por las partes. De lo que se trata es de si son competentes y de si hacen bien su trabajo.

Este hecho sucedido en estos días, también encierra otra lectura que a mi me parece más que útil, un verdadero tesoro para el acervo de quienes ejercen la augusta función de juzgar. Son los jueces y no los peritos quienes dictan las sentencias. Los peritos no relevan a los jueces del deber de ser cultos, curiosos, sagaces, sensibles y versados en las cosas de la vida, siempre enfrentándose a los acontecimientos que deben juzgar con la modestia del sabio.

Emilio Zegrí, abogado