Para determinar el valor de una vivienda, un local, un solar o un garaje en un núcleo urbano podemos acudir al mercado inmobiliario o solicitar una tasación a una entidad solvente. Sin embargo, cuando queremos saber el valor de una casa de campo, una nave agrícola o un terreno rústico la cuestión puede ser más complicada.
Necesitaremos la tasación de una finca rústica por diferentes motivos.
El más común será con motivo de una compraventa, en la que ambas partes deseen conocer una valoración del bien realizado por una persona ajena a la operación.
También puede darse el caso de que usted sea propietario de una finca y deba acreditar su valor de manera objetiva para aportarla como aval o en garantía para hacer frente a una deuda.
En el caso de explotaciones agrícolas o ganaderas, si vamos a contratar un seguro, puede ser necesario realizar una tasación pericial de los distintos elementos que la explotación.
O simplemente por curiosidad, o con objeto de litigio con la administración por motivo de alguna expropiación.
Para la tasación de una finca rústica, de igual manera que en una finca urbana, disponer de la mayor información posible sobre la misma será la mejor manera para realizar nuestro trabajo. Una visita presencial sobre el terreno, la comprobación de los datos catastrales y registrales, mediciones adicionales, etc. Con esa información disponible, existen varios criterios para tasar la finca:
Entre los métodos de valoración de fincas rústicas que podemos encontrar en cualquier manual técnico nos encontramos con los siguientes:
Estos dos los dos métodos más utilizados aunque también existen otros no menos importantes:
Los tasadores de bienes inmuebles residenciales y comerciales deberán poseer el título de arquitecto, arquitecto técnico o titulación de grado equivalente. En el caso de fincas rústicas, los tasadores deberán ser ingenieros agrónomos, ingenieros técnicos agrónomos o título de grado equivalente.