- Estás en tu casa, y escuchas ruidos en la entrada.
- Te acercas, una persona acaba de entrar en tu vivienda, te está intentando robar.
- Tienes que hacer algo, no hay tiempo que perder, coges un arma para defenderte y te enfrentas, con tan mala fortuna que el ladrón fallece.
A simple vista tu actuación, dejando a un lado el dramático final, no ha sido inapropiada, defendías a tu familia, y a ti mismo.
En otro caso, tú hubieras podido ser la víctima.
El Derecho Penal no lo tiene tan claro, es necesario tener en cuenta distintos factores para poder basar tu caso en la legítima defensa, o es posible que termines encarcelado.
Un caso como el anterior está en estos días en los medios por la posibilidad de que una persona entre en la cárcel por matar a quien entró en su casa, y que actuó para proteger su hogar.
La legítima defensa está regulada en el artículo 20.4 del Código Penal y te exime de la condena de un delito, pero debes probarlo y justificar muy bien tus actos.
Se trata de diferenciar legítima defensa de acción desproporcionada en una situación extrema.
Para poder basar tu actuación en la legítima defensa o defensa propia, la ley exige que se cumplan unas condiciones, y solo así estás exento de condena.
Que una persona entre en tu casa de manera ilegal no es razón suficiente para acabar con su vida.
Lo es en caso de que veas la tuya, o la de tu familia, en peligro.
Solo si cumples los requisitos que expone la ley, estás libre de condena por la muerte de la otra persona.
Un ataque desproporcionado es enfrentarte con un arma a alguien que entra en tu casa desarmado.
No estáis en igualdad de condiciones, la otra persona tiene las de perder, está indefensa, y estás cometiendo un delito.
La ley determina que la fuerza debe ser acorde al peligro, se trata de inmovilizar al asaltante o hacerle huir, no descontrolar tus acciones de tal manera que acabes con su vida de manera innecesaria
Un ladrón que recibe tres disparos o 5 puñaladas, por ejemplo, es algo difícil de determinar como defensa propia, más bien se considera venganza o ensañamiento.
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