Peritajes & Peritos

Pasa el tiempo, pero las cosas no han cambiado mucho.

Durante el fatídico 2020 creíamos que las cosas iban a cambiar, los comportamientos a corregir y que la solidaridad inundaría las calles como el sonido de las caceroladas en favor de los sanitarios.

Rien de rien.

Y digo esto, porque releyendo post publicados hace cinco años nos encontramos con la misma realidad, si cabe aumentada. Y si no reelea lector este artículo de 2018 al que refiero para evitar el autoplagio.

Una agresión es siempre una agresión y para valorarla no sirven ni matices lingüísticos, ni oportunismos políticos, ni mucho menos intereses mediáticos, porque la agresión es una “Acción violenta que realiza una persona con la intención de causar un daño a otra”.

El grado de agresividad de la acción, la intencionalidad del sujeto y la vulnerabilidad de la víctima son algunas de las variables a la hora de valorar una agresión.

HAZELWOOD sostiene que, analizando la conducta del delincuente, se puede valorar el propósito de la agresión, elaborar el modus operandi y el perfil criminológico del autor de un acto criminal -entendiendo criminal en su acepción más general-.

En un análisis de lingüística forense cuyo objeto es la determinación o no del uso de la violencia o agresividad verbal en una conversación de WhatsApp, se puede analizar si el agresor ha empleado técnicas pseudogenerosas o egoístas.

Veamos las diferencias:

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