Peritajes & Peritos

Hace más de diez años un abogado que solía encargarme asuntos de pericial caligráfica, me planteó una cuestión relativa a la firma de un cliente del que ya había realizado un estudio en 2009.

En esta ocasión acusaban al individuo de haber firmado con un trazado torpe para luego eludir responsabilidades alegando que la firma no era suya.

La consulta era sencilla: el informe debía explicar cómo las causas endógenas alteran la estructura, ritmo y cohesión de los trazos escriturales.

Para reforzar esta premisa presentamos en el informe los siguientes argumentos:

1.- La enucleación del ojo izquierdo realizada en el sujeto el 3 de noviembre de 2008 ha influido en el deterioro progresivo escritural (…) Recordemos que la firma dubitada se estampa tan sólo 4 meses después de la intervención.

Hay que añadir que cualquier tipo de actividad humana requiere coordinación de los músculos agonistas y antagonistas (…), por ejemplo, para el desplazamiento o la correcta prensión de los objetos, como la presión de un útil escritural.

Es precisamente la coordinación oculomanual la que permite, no sólo, realizar actividades tales como pintar, escribir, comer, cortar etc., sino también “integrar el sistema motor del cuerpo con las imágenes y experiencias captadas a través de los ojos, para actuar conjuntamente y por un mismo objetivo”.

Este tipo de coordinación es esencial para la correcta ejecución de la escritura, ya que a medida que la ley próximo distal (en la utilización del hombro-brazo-antebrazo-mano-dedos) evoluciona, el movimiento finaliza en una pinza (pulgar e índice) y permite coger el lápiz correctamente para la ejecución del trazo

2.- Las dificultades del sujeto para mantenerse en equilibrio y orientado. Estas dificultades se recogieron en un informe del Centro Médico D. que describe un paciente “parcialmente orientado” y “desorientado en tiempo y espacio”. Además, el paciente parecía perder el contacto con su entorno y parecía inhibirse:

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