No existen dos seres humanos iguales, ni siquiera en el caso de los llamados gemelos idénticos. Cada uno de nosotros tiene un sello único en su ADN. La importancia de la genética forense se relaciona directamente con este tema. Una herramienta tan fiable que no cesa de extender su radio de actuación.
La genética forense como ciencia independiente tiene una trayectoria reciente. Sólo se reconoce su valor como prueba judicial desde el año 1985. ¿Y qué hay de realidad en la imagen que de ella nos dejan series y películas? Pues, salvando algunas licencias creativas, lo cierto es que dan una idea bastante ajustada de su realidad.
Por dejar algún dato histórico, hay que señalar el origen de la genética forense en las aportaciones científicas de Karl Landsteiners y Von Durgen y Hirschfeld. El primero fue quien describe el sistema sanguíneo ABO, que se complementa con el segundo descubrimiento, su transmisión hereditaria.
Sobre esta base se desarrollan un conjunto de técnicas que tienen por objeto identificar a un individuo analizando su ADN. Esta es la definición más simple de genética forense. A caballo entre la Medicina Legal y la Genética, su peso actual se explica por la eficacia que ciertos avances tecnológicos le han dado. Otro elemento clave es la creación de bases de datos nacionales e internacionales de ADN para contrastar perfiles en la identificación criminal.
Ya hemos señalado que la genética forense lleva años en una escalada creciente de expansión e influencia. Su precisión y acierto son las claves que explican este ascenso imparable. Aunque se utiliza en más supuestos, en estos es casi imprescindible:
Este es sólo un esbozo sobre la importancia de la genética forense que debes saber. Su futuro desarrollo se enfoca en el descubrimiento de nuevos marcadores. Una vía para paliar las deficiencias actuales cuando la muestra de ADN es defectuosa o disponemos de poca cantidad.
¡Avances que los profesionales esperamos para mejorar aún más nuestras investigaciones!