Peritajes & Peritos

Hace muchos años me encargaron la expertización de la firma de un cuadro atribuido al maestro Sorolla.

Se trataba de un boceto de la conocida obra del pintor, Otra Margarita, de 1892.

Este cuadro en cuestión, nos lleva a un rincón intrigante del realismo social español.

Pero, ¿Qué hace que esta obra sea aún más intrigante? ¡La firma! Un toque de confusión caligráfica y un número rebelde nos hacen arquear las cejas.



” Este fue el primer cuadro de Sorolla donde aborda la temática del realismo social, orientada hacía el comentario de la realidad española desde una perspectiva crítica y regeneracionista, con un claro intento de denuncia de las desigualdades de la sociedad de su época. El realismo social de Sorolla es mucho más que una escena costumbrista y la denuncia social suele quedar enfatizada por el título. Aquí alude a la Margarita de Fausto (Goethe) que ahoga a su hijo y es encarcelada.
Viajando en tren de Valencia a Madrid, fue testigo Sorolla del traslado esposada de una mujer que, decían, había quitado la vida a su bebé. Una pareja de la Benemérita custodiaba a la detenida. Resultó muy afectado el pintor, y un día se dispuso a abocetar en el estudio la tremenda escena. En un abigarrado conjunto, como solía viajarse entonces, incluyó inicialmente hasta la figura de algún niño.
Pero, al final, tomó la decisión de expresar el drama con la mayor simplicidad: y así retrató a la desgraciada madre en el centro de un vagón sin pasajeros, la cabeza inclinada sobre un hombro, caída la mirada, con frías esposas rodeando sus muñecas. Y a la diestra un atillo con sus humildes pertenencias. Se la adivina joven, pero muy triste y abatida. Al fondo, una pareja de la Guardia Civil, medio adormilada, vigila a la detenida” (1)

El resultado es una obra sobrecogedora que no está firmada.

Sin embargo, el “boceto” que me presentaron -y que aún ronda por internet- sí que contenía la firma.

La signatura está colocada en un lugar extraño, apoyada en una veta de la madera extrañamente dibujada.

La firma es “curiosa” porque su autor -en un lapsus calami- confunde las letras y escribe 9-10 en lugar de 7.

Resulta, como poco sospechoso.

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